¿Te has preguntado por qué puedes
recordar con tanto detalle lo que sucedía cuando le hablaste por primera vez a
ese amor de la niñez y te cuesta traer a colación palabras o pensamientos de
hace una semana? ¿O por qué algunos comerciales te dejan reflexionando durante
largo tiempo, haciendo difícil el olvidarlos, y otros simplemente se pierden en
el mar de estímulos televisivos irrelevantes? Para responder a estas y a otras
preguntas debemos hablar de dos conceptos muy valiosos para todos los que nos
movemos en el mundo del marketing y la publicidad: Las experiencias y las
emociones.
EXPERIENCIAS Y EMOCIONES
Experiencia (del latín experientĭa, derivado de experiri,
«comprobar») es una forma de conocimiento o habilidad derivados de la
observación, de la participación y de la vivencia de un evento o proveniente de
las cosas que suceden en la vida,
Por su parte, una emoción es un estado afectivo que
experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de
cambios orgánicos influidos por la experiencia. Para la española Elena Alfaro,
autoridad mundial en Marketing Experiencial y CEM (Customer Experience
Management). “Las experiencias son fuentes de emociones y las emociones son el
motor de la toma de decisiones.” En términos generales, podemos decir que las
experiencias que vivimos (un concierto, un juego, un beso) desencadenan
emociones (alegría, sorpresa, ira). Los seres humanos somos más irracionales,
apasionados e impulsivos de lo que se podría pensar y esto claramente lo han
sabido aprovechar muy bien los supermercados y el retail en general.
Fuente: Elaboración Propia.
UN NUEVO MODELO DE
COMUNICACIÓN
Dicen que la actual moneda del marketing es la atención. Cada vez resulta más difícil cautivar
a las personas (aunque sea por unos segundos) quienes mantienen inmersas en sus
smartphones. Esta nuevo tipo economía ha hecho que cobren fuerza neologismos
como el denominado “Efecto Wow” o expresiones marketeras ya conocidas como el
“Call to action”, con los que publicistas, psicólogos, comunicadores y
diseñadores de P.O.P. buscan atravesar ese halo de hermetismo del shopper en el
punto de venta.
Las emociones actúan como un pegamento para la memoria. De
ahí que las marcas inviertan grandes esfuerzos en conectar emocionalmente con
sus consumidores en una narrativa finamente orquestada y distribuida por medio de diferentes
plataformas en este nuevo universo transmedia.
Hoy día, las personas viven diversas experiencias en su relación con una marca.
Para ilustrar esto, tomemos como ejemplo una marca de comida rápida ficticia y
listemos algunas de las experiencias que podríamos vivir alrededor de ella:
·
La
visita a su sitio web
·
Los
primeros instantes probando su app
·
Una
llamada para pedir un domicilio
·
La
celebración del cumpleaños de tu hijo dentro de uno de sus locales
·
El
momento en que probaste el nuevo postre de la casa
·
Cuando
te enteraste de la promoción 2x1 en Facebook
·
La
valla con la pizza gigante que viste al salir de la oficina
Las marcas no son lo que ellas dicen ser, son lo que pensamos de ellas. Y este
concepto lo creamos a partir de nuestras experiencias con sus productos, su
nivel de servicio y la forma en que nos hablan: ¿Me emociona usar sus
productos? ¿Demuestran verdadero interés en ayudar a resolver mi necesidad? ¿Su
publicidad logra tocarme el corazón y conectar con mi propósito de vida?
Fuente Imagen: motivacion.about.com