jueves, 30 de diciembre de 2010

REFLEXIONES SOBRE ÉTICA EMPRESARIAL

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“A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética”.

Fernando Savater (Tomado de su libro Ética para Amador)[1]


Pocos conceptos producen tanto revuelo y debate en la sociedad como lo es la ética. Millones de autores y centenares de libros a través de la historia, enmarcados en ramas como la filosofía, la psicología, la teología y hasta la administración, asumen el concepto de ética y sus encuentros con otros como la moral y la responsabilidad social como fascinante e inagotable. De este conjunto paralelo al avance de las ciencias del conocimiento han surgido vocablos que ya nos empiezan a ser familiares. Tal es el caso de la ética empresarial, en donde, las corporaciones son como cualquier otro individuo y aducen seguir el “no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti” al pie de la letra. La ética empresarial se ocupa del estudio de las cuestiones normativas de naturaleza moral que se plantean en el mundo de lo negocios: la gestión empresarial, la organización de una corporación, las conductas en el mercado, las decisiones comerciales, etc.[2]


Las corporaciones ocupan un lugar cada vez más importante e influyente en las sociedades modernas. Para nadie es un secreto que las alianzas entre altos directivos de las compañías más importantes del mundo con dirigentes políticos de las potencias industriales convergen, tarde que temprano, en decisiones cuestionables para muchos. Los rumores sobre una marca deportiva que fabrica zapatos deportivos al interior de un barco en Asia, en condiciones deplorables para sus obreros, o más recientemente el derrame de petróleo en el golfo de México y su catastrófico impacto ambiental por negligencia de una petrolera inglesa, son algunos ejemplos de por qué hoy día lo “ético” no puede ser ajeno a las Fortune 500, ni a quienes le siguen detrás.


Economía vs. Ecología

Es un equilibrio que ocupa la cabeza de millares de científicos y ejecutivos alrededor del mundo. La búsqueda de nuevas fuentes de energía renovables, mercados verdes y sostenibilidad en la manufactura son temas que, ciertamente, determinarán el futuro de la producción industrial. Como dicen Brown, Bonner y Wier, en su libro Los próximos cien años: “El futuro de la sociedad industrial se debate alrededor del interrogante de si el hombre puede aprender a vivir con el hombre”.[3]


La responsabilidad de las organizaciones con el medio ambiente no es un tema nuevo. Hacia la década de los 60, movimientos ambientalistas como greenpeace sentaron las bases de lo que hasta hoy se considera la lucha por nuestra madre: el planeta tierra. Y es que hablar de ética empresarial es hablar de responsabilidad social empresarial (RSE) y de medio ambiente, una cosa lleva a la otra. Un ejemplo nacional que ilustra como estos tres actores pueden convertirse en uno solo, es la marca de agua Oasis de Postobón S.A. que con su “ayudar refresca” se ha convertido en un exitoso caso de mercadeo, destinando un porcentaje de sus ventas a la red Juntos contra la Pobreza, de la Presidencia de la República. Con respecto a esta estrategia, la revista Publicidad y Mercadeo[4] en un reciente número afirma con gran acierto: “Oasis demuestra también que el consumo es una manera de ejercer la responsabilidad social empresarial, que no debe quedarse sólo en palabras y buenas intenciones, sino que debe demostrarse con hechos”.


Ahora bien, lastimosamente nuestro afán por resolver las necesidades humanas nos ha llevado a un punto en donde, para muchos, ya no hay marcha atrás. La racionalidad moderna funciona con la relación medios-fin y su objetivo es el dominio del mundo para servir a los intereses humanos. Sin embargo, la carencia de una orientación de la acción y tradición cultural en el proceso de dominio, hizo que la ciencia fuera esclava de la tecnología; no se logró algún modo de libertad para el hombre, sino que por el contrario, se sometió a nuevos esquemas burocráticos, económicos, etc. Si bien el dominio técnico adquirió un mayor nivel de comodidad para los hombres, los sometió a otro tipo de esclavitud.[5]


Ética y cultura

La ética se refleja en la cultura, y a su vez, la cultura se refleja al interior de las organizaciones. Es importante que los directivos crean y mantengan una cultura ética, pues si el comportamiento de un líder no encaja en ella, no se puede esperar más de sus subordinados.


Por otro lado, al no haber criterios éticos mundiales, la cultura nacional entra también a jugar un papel importante a la hora de tomar decisiones; un round más de la confrontación Asia – Occidente, pero ahora referido a lo que se acepta como bueno o malo. Lo que en China se considera una decisión ética quizá no lo sea en Canadá. Como los sobornos son algo común en países como China, un canadiense que trabaje allá enfrentaría la disyuntiva: ¿debo pagar el soborno para asegurar un negocio, si es una parte aceptada de la cultura del país?[6] La verdadera pregunta es: ¿Qué haría usted?



[1] SAVATER, Fernando. Ética para amador: Ariel Editores

[2] Definición y enfoque de la ética empresarial. [cited may 22 2010] Available from internet: http://www.losrecursoshumanos.com/contenidos/297-definicion-y-enfoque-de-la-etica-empresarial.html

[3] BROWN, Harrison; BONNER, James y WIER, John. Los próximos cien años: Buenos Aires: Editora Argentina, 1964, p. 169.

[4] Se puede crecer sin canibalizarse en el intento. En: Revista Publicidad & Mercadeo. Nº 350. (Abril 2010)

[5] Ética y medio ambiente. Enciclopedia Temática Nuevo Milenio: Vol. 8: Bogotá: Editorial Norma, S.A., 2001, p. 128.

[6] ROBBINS, Stephen P. Comportamiento Organizacional. 10ª Ed. México: Pearson – Prentice Hall, 2004, p. 145.