lunes, 28 de octubre de 2013

El producto que tiene preocupados a Coca-Cola y a Pepsi

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No es otra bebida. No es un energizante natural. Se llama Sodastream y consiste en un dispositivo que convirtió la gasificación en un proceso doméstico con solo accionar un botón. No necesita electricidad y se vende junto con diferentes sabores de jarabe y un diseño deslumbrante para que las personas puedan preparar sus propias bebidas gaseosas sin tener que usar envases plásticos que atentan contra el medio ambiente. Y es que en esta última afirmación radica su mayor arma como producto innovador y desafiante a la industria de refrescos: su trasfondo ecológico. Por supuesto, este poderoso insight es reforzado en su publicidad de manera inteligente (ver spot al final de estas líneas).

La marca israelí esta presente en más de 30 países y funciona a través de socios-distribuidores. ¿Nos encontramos frente a una tendencia, entendida como un nuevo movimiento económico-social del mercado? Al parecer, la presencia en ocho millones de hogares y más de 600 millones de litros proveídos de agua carbonatada vislumbran no poca cosa. Pero cuidado!! Ventas astronómicas no es el único requisito para que hablemos de un "producto revolucionario". En términos de lenguaje de Trends Research, se necesita que ciertos personajes influyentes (iconos de la música, actores, jugadores de fútbol, denominados trendsetters) conviertan el producto en una cotidianidad del resto de la población o mainstream. Claramente, el precio y la disponibilidad también son factores relevantes para determinar si un producto pasará de ser una moda pasajera o hype, a convertirse en una tendencia que redireccione uno o varios mercados. En tiempos de información desbordante, toda buena idea es copiada con una rapidez asombrosa y en la medida que la tecnología esté al alcance de otros fabricantes, marcas reconocidas ofrecerán sus propias versiones del dispositivo (que mal se haría en llamar "electrodoméstico") y el precio caerá considerablemente, lo que sería otro indicio de cambio.

Nadie está diciendo que Coca-Cola y Pepsi van a dejar de vender sus productos. Es más, probablemente eso "nunca suceda". Las dos son empresas tienen valores de marca que trascienden las fronteras de decisión del consumidor, y se encuentran instaladas en el subconsciente casi desde su fundación además de ser dos de las marcas más amadas e íconos de la cultura popular. Pero lo que también hay que decir, es que el factor "saludable" de su fórmula y "ecológico" de sus envases, no es precisamente una de sus fortalezas. Y es éste el punto que ataca frontalmente Sodastream en su publicidad.

Como para tantas otras cosas en la vida, sólo el tiempo resolverá el futuro de las burbujas, pero mientras tanto aquí va uno de sus spots para que cada uno saque sus propias conclusiones.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lo que me enseñó "El principito" sobre Marketing

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Vale la pena iniciar diciendo que el libro en sí es una obra que retrata de manera magnífica las paradojas del ser humano. El rango de nuestros pensamientos –desde el más banal hasta los más profundos-, las emociones que albergamos y muchas veces no expresamos, las contradicciones que atendemos día a día, y nuestro afán por dar explicación a todo lo que pasa a nuestro alrededor, son claramente rasgos distintivos de la condición humana. Cada uno de estos aspectos toma lugar durante el desarrollo de la historia, que lejos de ser un cuento sólo para niños, permite reflexionar sobre temas trascendentales y fascinantes.  

El libro es una oda a la creatividad, y de cómo ésta se erige con actitud sobre el conocimiento establecido. El personaje principal,  quien daba sus primeros pinitos como dibujante a los seis años sin recibir una buena acogida, se convirtió con el tiempo en un hombre común, orientado por los caminos que la sociedad dictamina como correctos. Por una falla mecánica de su avión, se ve obligado a pasar una semana en el desierto, donde conoce a El Principito, un ser que bien podría representar su mente de niño, la cual fue menospreciada y limitada, pero que nunca dejaría de buscar su lugar. El Principito confronta la visión de la realidad del personaje (el piloto), y su encuentro es un claro ejemplo de nuestra constante búsqueda de significado y razón de vivir.

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle. ” (Cap. 4)

Este pasaje representa la superficialidad y mal hábito de querer encasillar a las personas. Es una lástima que muchas empresas sigan viendo a sus clientes como meros datos, como cuotas de mercado. En un departamento de marketing, la estadística no puede estar por encima de lo humano. Sabemos que lo cuantitativo permite tomar decisiones, pero el conocimiento de lo cualitativo es lo que permite diferenciarnos al conocer raíces más profundas de la mente de nuestros consumidores. Es bajo principios como éste, en el que se basan las Lovemarks, de las que nos hablaba el visionario Kevin Roberts: “Las lovemarks saben que las personas que las aman, son apasionadas, emocionales y a menudo seres humanos irracionales. Saben que no son ni estadísticas, ni frases destacadas de las conclusiones de una de esas absurdas reuniones de grupo.”[1]

Ahora bien, en la actualidad, la atomización de los mercados y la hiperfragmentación ha generado nichos por doquier, cuyos perfiles son el resultado de cruces de variables, muchas veces inimaginables (piense por un momento en los numerosos ancianos jubilados que gustan de los videojuegos de deportes, los cuales físicamente no pueden practicar, pero que en la pantalla los entretienen a nivel de gamers). Ésta afirmación toma fuerza más adelante en el libro cuando el principito cuestiona al piloto sobre qué debería ser considerado importante:

—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante! (Cap. 7)

Aquí se presenta un claro ejemplo de una estrategia de diferenciación: La dada por una segmentación de nicho. Siguiendo con el ejemplo de los ancianos amantes de los videojuegos, puede que el número real de éstos parezca insignificante y marginal para cualquier marca, pero esto no significa que no pueda ser más que suficiente para otra cuyo target se acomoda perfectamente a esta tipología de consumidor. Hoy por hoy, ninguna masa de consumidores puede darse por desechada, y nunca antes las minorías habían jugado un papel tan importante en la economía de los países.

—Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
—Tendremos que esperar…
—¿Esperar qué?
—Que el sol se ponga.
(Cap. 6)

Toda empresa tiene que tener una estrategia definida en el tiempo. Esta parte del diálogo entre el principito y el piloto, ilustra de alguna manera lo anterior. Muchas veces ocurre que se necesita que pasen ciertas cosas en el entorno de la empresa para que esta de un paso específico: el mercado no está maduro, la economía está de cabeza temporalmente, hay un ambiente de desconfianza en el aire, etc. La fortaleza del pensamiento estratégico radica en que ningún paso se da al azar y que la suma de movimientos resultan en un objetivo más grande. Es decir, si se quiere ver un atardecer espectacular, se debe esperar la hora precisa y tener una ubicación adecuada para presenciar la puesta de sol.

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:
—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Pero el principito no respondió.
(Cap. 6)

El mundo se ve a través de los pensamientos y emociones de su observador. Cada persona es un universo en sí mismo. Este pasaje del capítulo seis refleja cómo muchas veces vemos lo que queremos ver, y peor aún, cómo retroalimentamos nuestras propias creencias con bases poco fundamentadas o sin fundamento. En un entorno tan complejo como el actual, ninguna empresa puede dejar de atar cabos; simplemente si no se unen los puntos, es muy fácil caer en una miopía de mercado, camino directo al fracaso de las organizaciones.

La flor se interrumpió; había llegado allí en forma de semilla y no era posible que conociera otros mundos. Humillada por haberse dejado sorprender inventando una mentira tan ingenua, tosió dos o tres veces para atraerse la simpatía del principito.
—¿Y el biombo?
—Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme…
Insistió en su tos para darle al menos remordimientos.
De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, había llegado a dudar de ella. Había tomado en serio palabras sin importancia y se sentía desgraciado.
(Cap. 8)

El amor que se había creado entre el principito y su flor admirada –la cual más adelante él descubriría que era una rosa- se torna en desgracia cuando el principito descubre que le habían mentido quizás desde el inicio de la extraña relación. Esta situación del libro expone la importancia de siempre hablarle al consumidor con la verdad y de mantener una comunicación sensata que genere un círculo de confianza entre la marca y su consumidor. Pueden amarte con pasión, pero si descubren falsedad en ti, nunca sabrán desde cuándo les empezaste a fallar sin ellos enterarse, y es muy posible que hayan pérdidas irremediables. No está de más agregar que un solo cliente insatisfecho y descontento puede llegar a acabar con el buen nombre de una empresa, más en estos tiempos donde cualquiera puede ejercer el activismo digital (mucho más poderoso que el presencial).

—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien;
lo esencial es invisible para los ojos.
(Cap. 21)

“Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.” Ésta es tal vez la frase más importante y trascendental de todo el libro. Las emociones representan el santo grial de los marketeros de todo el mundo, y es por eso que expresiones como “Cuota de corazón” (en inglés, Top of Heart) tienen un lugar importante en el sector de la publicidad y la comunicación. Lo que emociona a un ser humano genera un eco en toda su anatomía y su huella es prácticamente imborrable. Claramente, la comunicación con un alto contenido emocional tiene mayores índices de efectividad que la que se conforma con mensajes que apuntan a operaciones racionales (precio, duración, etc.).
Las empresas que se aventuren a ver entre las líneas y que le apuesten a lo que sus consumidores sienten, más allá de lo que dicen o hacen, les esperan grandes cosas. Con esta estrategia, no hay posibilidad de pérdida. Serán ellas las que mejor podrán satisfacer las necesidades de sus consumidores, las que encuentren más fácil factores para diferenciarse y de esta manera posicionarse en la mente de sus consumidores. En marketing, todo está por crear… y las oportunidades están a la vuelta de la esquina. “No importa la magnitud de nuestro consumo, siguen siendo enormes los vacíos que separan  lo que realmente queremos de los bienes y servicios con los que nos conformamos.”[2]

De la misma forma, y ya en un nivel más amplio, podemos decir que son los intangibles (“lo invisible”) los que soportan el futuro de una compañía. Tanto el aprendizaje contínuo como la comunicación interna, vista como una visión del negocio compartida, no se pueden palpar físicamente, pero sus repercusiones en la organización son altamente positivas. El conocimiento de la humanidad se renueva a cada instante, por lo que la palabra “organización” cada vez se parece más en significado a su homónimo de raíz: “organismo”. Claramente, con un entorno de cambios radicales e impredecibles, una característica necesaria de cualquier empresa que pretenda ser rentable y sostenible en el tiempo es la permeabilidad. En este aspecto, Gutiérrez-Rubí y Freire (2013) ofrecen un acercamiento importante y un cuestionamiento que vale la pena traer a colación.

¿Dónde empieza y acaba hoy el perímetro de una empresa? ¿Dónde acaba su presente y cuándo empieza a definirse su futuro? El biólogo Stuart Kauffman define el concepto de lo posible adyacente como una especie de futuro borroso que asoma por el borde del estado de las cosas, un mapa de todos los caminos que puede tomar el presente para reinventarse. El número de posibilidades es enorme, pero no infinito, tiene límites, aunque estos tienden a expandirse a medida que los exploramos. Explotar lo que sabemos hacer o explorar lo que debemos conocer. Este es el desafío que cada vez más nos interroga. Y sobre la base del cual se establecen las bases de la innovación.[3]

Finalmente, se puede decir que libros como el Principito de Antoine De Saint – Exupéry sirven para clarificar el pensamiento empresarial, e incluso, las funciones de un departamento de Marketing, como eje axial de las organizaciones modernas: (1) identificación de nuevas oportunidades, (2) generación de valor y (3) comunicación integral de la organización. El ecléctico departamento actual de marketing debe ser un cocktail único de psicología social, narración de historias y visión estratégica del negocio de la compañía: pensamiento global pero acción local.  


[1] ROBERTS, Kevin. Lovemarks, el futuro más allá de las marcas: Empresa Activa, 2010, p 93
[2] SLYWOTZKY, Adrian J.; WEBER, Karl. Demanda: Crear lo que las personas desean antes de que sepan qué quieren: Grupo Editorial Norma, Bogotá D.C., 2012, p 14
[3] GUTIÉRREZ-RUBÍ, Antoni; FREIRE, Juan. Manifiesto Crowd: La empresa y la inteligencia de las multitudes: Laboratorio de Tendencias, Madrid, 2013, p 18
Imagen: es.wikipedia.org 

martes, 16 de julio de 2013

Lo único seguro en marketing es el cambio

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El actual, es un mundo de cambios vertiginosos, paradojas sociales y una creciente complejidad. La dinámica de estos cambios ha afectado sustancialmente la forma en cómo los seres humanos ven el mundo, cómo se comunican y qué esperan de él. El marketing, en su constante búsqueda de oportunidades, tendencias y espacios dentro del inconsciente colectivo, ha evolucionado de manera grandiosa, especialmente en las últimas dos décadas.

Claramente, este desarrollo ha sido paralelo a la evolución del propio consumidor. Las nuevas tecnologías y especialmente internet, se convirtieron en el detonante para dar lugar a una nueva revolución: la de la información. Internet  democratizó la información, y por tanto, un consumidor empoderado empezaba a abrirse al mundo, descubriendo nuevas posibilidades, ampliando sus redes sociales y expandiendo su conocimiento como nunca se ha visto en la historia. Con este panorama que se le presentaba, el rol del marketing empresarial tuvo que pasar de sólo decir y proponer, a simplemente… escuchar atentamente.

La estructura y el tamaño de la empresa pasaron a segundo plano, lo que ahora pesa más que cualquier otra cosa son las relaciones diplomáticas, donde el embajador de la compañía es la propia marca. De la misma manera que pensamos en imágenes y no en palabras, pensamos en marcas y no en la empresa que está detrás en la fabricación. Con esto no se quiere decir que poco importa la estructura y organización de las operaciones de la empresa, pero sí ratificar que es la marca quien paga los platos rotos con las equivocaciones internas y la que es aclamada y vitoreada con los aciertos.

Kevin Roberts, uno de los autores más influyentes en el marketing de los últimos años, creó el concepto de Lovemarks, el cual presentó en un libro de igual nombre. Las lovemarks son amadas intensamente y respetadas por sus consumidores gracias a un fuerte contenido emocional acompañado de misterio, sensualidad e intimidad. “Las lovemarks saben que las personas que las aman, son apasionadas, emocionales y a menudo seres humanos irracionales. Saben que no son ni estadísticas, ni frases destacadas de las conclusiones de una de esas absurdas reuniones de grupo.”[1]

Hoy por hoy, estamos frente a un marketing más humano -no en vano, son muchos los psicólogos y antropólogos que trabajan para agencias de publicidad- con marcas de talla mundial que comprendieron que ser un símbolo reconocido no era suficiente; el objetivo era convertirse en íconos. Con respecto a este punto, resulta apropiado citar a Douglas Holt[2]:

(…) Estas marcas ganan las batallas contra la competencia no porque traigan beneficios distintivos, servicios confiables o tecnologías innovadoras (aunque podrían proveer todo eso). Tienen éxito porque forjan una profunda conexión con la cultura. En esencia compiten por una participación en la cultura.

Cuando te conviertes en parte de la cultura, el legado de la marca queda grabado en el tiempo, y esa es una apuesta que definitivamente vale la pena. Pero ¿de qué forma se puede adentrar en el terreno de lo cultural y alejarse rotundamente de que te conviertan con el tiempo en un simple commodity? Los recientes hallazgos del neuromarketing ofrecen una respuesta. Según Néstor Braidot, uno de los mayores expertos mundiales en neuromanagement, el neuromarketing se puede definir como “una disciplina moderna, producto de la convergencia de las neurociencias y el marketing, cuya finalidad es incorporar los conocimientos sobre los procesos cerebrales para mejorar  la eficacia de cada una de las acciones que determinan la relación de una organización con sus clientes”. Los procesos de compra son, en su gran mayoría, no conscientes y el neuromarketing basa sus estrategias en conectar la comunicación hacia los tres cerebros que poseen los seres humanos: el córtex (racional), límbico (emocional) y reptiliano (instintivo). Muchas empresas fallan en sus esfuerzos de marketing y lanzamiento de nuevos productos porque sólo tienen en cuenta uno de los tres (generalmente el racional, donde se analizan los rendimientos, el precio y otras variables lógicas) olvidando por completo el discurso dirigido a despertar emociones, y los códigos culturales propios del instinto humano. Lejos de ser una tendencia pasajera y una moda para escribir libros, el neuromarketing ha demostrado su gran asertividad y efectividad, por lo que son numerosas las multinacionales que contratan estudios propios para su negocio.

En marketing, todo está por crear… y las oportunidades están a la vuelta de la esquina. No importa la magnitud de nuestro consumo, siguen siendo enormes los vacíos que separan  lo que realmente queremos de los bienes y servicios con los que nos conformamos.[3] Como se anotó más arriba, la tecnología ha jugado un papel clave para conocer “la voz del consumidor”. Y es que no hay lugar más fidedigno para encontrar el verdadero pensar y sentir de la generación cibernauta que internet. Crowdfunding, Open Innovation y Co-Creation, son herramientas poderosas que usan las organizaciones que desean involucrar las ideas de las multitudes en su estrategia. Desde pedir propuestas al público para un nuevo sabor de patatas hasta la creación de una tienda global con subasta de ideas, estas prácticas buscan crear e innovar a partir de la mejor fuente: el propio consumidor. Ya decía alguien que la mejor forma de ganar poder es darlo, y en nuestros días esta máxima tiene total vigencia. El conocimiento sólo sirve para generar más conocimiento: “Usted, nosotros y un millón más podemos usar el mismo bloque de conocimiento sin disminuirlo. De hecho, cuanto mayor sea el número de gente que lo utilice, mayores probabilidades habrá de que alguien genere, con él, más conocimiento”.[4] La gestión del conocimiento, por lo tanto, resulta clave en el actual entorno de globalización, competitividad y desarrollo tecnológico para el éxito y la sostenibilidad en el tiempo de las organizaciones. En este contexto resulta realmente crítico desarrollar las habilidades de la empresa para adquirir información, transformarla en conocimiento, incorporarlo a la empresa como aprendizaje, compartirlo rápidamente y ponerlo en práctica.[5]

En un mundo en donde el conocimiento está colgando de los árboles, las fronteras son cada vez menos claras. La distancia entre lo privado y lo público se ha acortado, el valor de una idea paso a ser función del tiempo que demores en implementarla, y ahora resulta difícil reconocer quién no es un especialista en algo. Con este entorno de cambios radicales, una característica necesaria de cualquier organización que pretenda ser rentable y sostenible en el tiempo es la permeabilidad. En este aspecto, Gutiérrez-Rubí y Freire (2013) plantean un interrogante y ofrecen un acercamiento importante para el mismo:


¿Dónde empieza y acaba hoy el perímetro de una empresa? ¿Dónde acaba su presente y cuándo empieza a definirse su futuro? El biólogo Stuart Kauffman define el concepto de lo posible adyacente como una especie de futuro borroso que asoma por el borde del estado de las cosas, un mapa de todos los caminos que puede tomar el presente para reinventarse. El número de posibilidades es enorme, pero no infinito, tiene límites, aunque estos tienden a expandirse a medida que los exploramos. Explotar lo que sabemos hacer o explorar lo que debemos conocer. Este es el desafío que cada vez más nos interroga. Y sobre la base del cual se establecen las bases de la innovación.[6]

Claramente, el departamento de marketing ha adquirido mucha más relevancia dentro del organigrama empresarial. Su interacción con áreas como Investigación y Desarrollo (I+D) y Servicio al Cliente, soporta la presencia del CMO* en el direccionamiento de la estrategia de la compañía. La identificación de nuevas oportunidades, la generación de valor y la comunicación integral de la organización, son funciones que convierten a Marketing en el eje axial de la empresa moderna. El departamento ideal de marketing es un cocktail único de psicología social, narración de historias y visión estratégica del negocio: pensamiento global pero acción local.  Ahora su oficina es cualquier lugar, en medio de la calle cerca de las personas, y quizás los mejores briefs son las redes sociales y un grupo de portales con foros y recomendaciones.

Estos cambios decisivos han convertido al coolhunting o trendhunting en una interesante evolución que ha entrado a complementar la investigación de mercados tradicional. Según Manuel Serrano Ortega, Presidente de la Asociación Española de Coolhunting, ésta “es una disciplina que se dedica a identificar, analizar y aprovechar las tendencias sociales, en todos los sectores, con el objetivo de aprovecharlas comercial y económicamente.”[7]

Los  consumidores son cambiantes, cada vez más exigentes  y aunque creen ser “experimentados” están ávidos de nuevas y mejores experiencias, lo que se ha convertido en un reto constante para los marketeros que se enfrentan a mercados hipercompetitivos donde resulta difícil delimitar en dónde termina el producto y empieza el servicio, y viceversa. Cuando la calidad se da por supuesta y la lealtad del consumidor hacia las marcas nunca había estado tan baja, resulta imprescindible ofrecer experiencias cargadas de contenido emocional y valores que representen la marca. Los clientes no sólo adquieren productos o servicios, en realidad, las audiencias se acercan a una determinada marca porque comparten ciertos valores, ideas y marcos mentales, y porque se enlazan con una experiencia.[8]

Finalmente, podemos decir que el marketing desde su nacimiento ha sabido adaptarse al entorno social cambiante y su metamorfosis ha respondido a una evolución de cómo los seres humanos se relacionan con su entorno. Los retos siempre aparecerán (así sean con distintos nombres), pues la complejidad del comportamiento humano así lo requiere, y las marcas que quieran perdurar en el templo del corazón serán las que hablen el mismo idioma de sus consumidores y les susurren todos los días cuál es el motivo de su existencia.



[1] ROBERTS, Kevin. Lovemarks, el futuro más allá de las marcas: Empresa Activa, 2010, p 93
[2] HOLT, Douglas B.: ¿Qué transforma una marca en ícono? En: Harvard Business Review América Latina. Marzo (2003) p 3
[3] SLYWOTZKY, Adrian J.; WEBER, Karl. Demanda: Crear lo que las personas desean antes de que sepan qué quieren: Grupo Editorial Norma, Bogotá D.C., 2012, p 14
[4] TOFFLER, Alvin; TOFFLER, Heidi. La Revolución de la Riqueza: Random House Mondadori, Bogotá, 2010, p 154

[5] La importancia de la gestión del conocimiento y su impacto en la competitividad de las empresas.  [cited june 6 2013] Available from internet:

[6] GUTIÉRREZ-RUBÍ, Antoni; FREIRE, Juan. Manifiesto Crowd: La empresa y la inteligencia de las multitudes: Laboratorio de Tendencias, Madrid, 2013, p 18
[7] SERRANO O., Manuel. El libro blanco del Coolhunter: “Lideramos el presente, nos anticipamos al futuro”: Bubok Publishing, Madrid, 2011, p 12
[8] ALFARO, Elena et al. Customer Experience: Una visión multidimensional del marketing de experiencias: Libro Colaborativo. Licensed Creative Commons 3.0. Disponible en http://www.thecustomerexperience.es

*Siglas de Chief Manager Officer, el cargo más importante a nivel de marketing en la organización moderna. (Nota del Autor)